martes, 20 de septiembre de 2011

Subimos la escalera de nube...está tan blandita en el primer escalón que se me cuela el pie...me planteo que así no puedo subir, y la escalera se torna firme.
Al llegar al portón, alguien me recibe con un corazón grandísimo, rojo, muy grande. Yo lo tomo en mis manos, y es tremendamente liviano...De él surge un loto precioso, blanco con las puntas de los pétalos lilas... meto el corazón dentro de mi, y el loto lo sitúo sobre mi cabeza y debajo de la Estrella del Alma, a modo de cojín.
Me miro, tengo el pelo muy largo, muy muy largo, por las rodillas, un pelo blanco de luz. Lo toco y pienso: con razón siempre quiero dejarme el pelo largo...
Me quedo un rato tocando el pelo, me doy cuenta que soy blanca, soy vieja, tengo dos alas estrechas pero muy largas horizontalmente, y otras dos debajo de estas hasta los pies. Las alas estrechas se mueven solas, las de abajo las muevo con los brazos...son bonitas, son suaves. Con ellas abrazo a los compañeros que tengo más cerca a ambos lados.
Luego viene el regalo, se enciende una luz, llamita, en cada punta de pétalo de la flor de loto sobre mi cabeza, así la Estrella del Alma brilla más intensamente.
Las manos, los ojos en las manos. La mano derecha parece que reacciona antes, pero luego es la izquierda la que mayores sorpresas da. Trabajan sobre el Tercer Ojo. En una ocasión lo abren y todo mi cuerpo se sacude. Me asusto, pero me gusta.
Con las manos, hay alguna sensación, algo a mi alrededor que me asusta y da miedo durante unos momentos. No quiero que se acerque a mi. Mis manos lo alejan, y buscan donde encontrar lo bueno que trae paz. Me falta espacio. Alguien cae al suelo.
Salimos, al bajar las escaleras y llegar abajo, una explosión de luz sucede en mi cuerpo. Un foco de energía vibrante y brillante queda.
Consuelo

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