lunes, 30 de mayo de 2011

Meditación CELESTIAL

He iniciado mi meditación, me acomodaba en el lugar, lo sentía, lo perciba, saboreaba lo que emanaba: paz, liviano, armonía, todo tenía su lugar, todo era correcto, agradable.

El lugar era muy luminoso, he empezado viendo puntitos de luz blanca y en el centro uno muy grande, luego se fundía todo en la luz, donde veía que Dios y yo, yo y Dios somos uno, sin necesidad de que hubiese nada alrededor y era lo que yo quería.

Luego, he visualizado un espacio muy grande de jardín, con flores, río, montañas, aves, sol, muchos colores…y veo al águila planeando y se acaba acercando a mí y ya me vio subida en el águila que se hace grandísima y me pasea por la belleza y la pureza de este lugar, mi lugar…mi sensación es de libertad de todo pensamiento, sin preocupación, sólo vivo y siento con el corazón, pero sin olvidarme de mi hijo que también es lo más grande, es como si me acompañara y viera y sintiera toda la belleza, luz, grandeza y pureza que tenemos.

Luego, después de dar el paseo con el águila por las montañas, flores, río, sintiendo el sol y el viento, me bajo y me convierto en agua, siento todas las cosas por las que voy pasando, los árboles, las piedras, el aire, las aves que me tocan, los peces que nadan por mí, las flores…soy agua cristalina pura, se ve totalmente a través de mi.

Entonces llego a una cascada grandísima, me tiro como agua, me encanta sentir esa sensación de tirarme, no saber lo que va a pasar…pero no importa, porque estoy con Dios y no me va a dejar de su mano ni de su gracias.

Luego he vuelto al espacio inicial, donde no necesitaba de nada ya que lo tenía todo.


Rosa

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